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Capitel de la ermita de Santa Eulalia. Barrio de Santa María. Palencia |
3 1La serpiente era el más astuto de los animales del campo que Dios había hecho. Y dijo a la mujer: “¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?” 2Respondió la mujer a la serpiente: “Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. 3Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.” 4Replicó la serpiente a la mujer: “De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores y del bien y del mal”. 6Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. 7Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.
8Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahvéh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahvéh Dios por entre los árboles del jardín. 9Yahvéh Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?” 10Éste contestó: “Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.” Él replicó: “¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?” 12Dijo el hombre: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.” 13Dijo, pues, Yahvéh Dios a la mujer: “¿Por qué lo has hecho?” Y contestó la mujer: “La serpiente me sedujo, y comí.”
14Entonces Yahvéh Dios dijo a la serpiente:
“Por haber hecho esto,
maldita seas entre todas las bestias
y entre todos los animales del campo.
Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás
todos los idas de tu vida.
15Enemistad pondré entre ti y la mujer,
y entre tu linaje y su linaje:
él te pisará la cabeza
mientras acechas tú su calcañar.”
16A la mujer le dijo:
“Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos:
con trabajo parirás los hijos.
Hacia tu marido irá tu apetencia,
y él te dominará”.
17Al hombre le dijo: “Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que Yo te había prohibido comer,
maldito sea el suelo por tu causa:
con fatiga sacarás de él el alimento
todos los días de tu vida.
18Espinas y abrojos te producirá,
y comerás la hierba del campo.
19Con el sudor de tu rostro comerás el pan,
hasta que vuelvas al suelo,
pues de él fuiste tomado.
Porque eres polvo y al polvo tornarás.”
(Libro del Génesis 3, 1-19)
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